Detrás seguía caminando como el verdugo que lleva al sentenciado. Sentía su respiración y no quería voltear. Caminaba de frente, mirando el horizonte de una tarde casi noche, mentalmente se preguntaba ¿qué hice mal? Nada. Tú solo camina. Sus pasos se apresuraban pero ella sentía que no avanzaba mucho pero el aliento estaba ahí, su cuello lo sentía y solo debía caminar. De pronto sintió la presión de algo punzante en su espalda, la sensasión la hizo coger su bolso con fuerza. Dobló la esquina y pensó que el momento de enfrentar la situación había llegado. Se detuvo y volteó con desición. Vio con rostro pálido que tenía frente a sus ojos y notó que estaba sola.