Últimamente se me hace difícil conciliar el sueño. Cuando todo está apagado y sin ruidos, mi mente me lleva de pensamientos desordenados a historias fabulosas que a la siguiente mañana olvido. Debe ser porque empecé a tomar café. Mi bebida favorita siempre fue la hierbaluisa, podría tomar litros y litros por puro gusto, pero hace unas semanas no había hierbaluisa y probé el café que hacía meses compré.
Las historias que cavilo son tan fabulosas que a veces sueño con ellas. Pero lo mas sorprendente es que a veces no sé reconocer si estoy pensando en la oscuridad o soñando. Son historias épicas, de travesías tan intensas donde el personaje principal es una chica de cabello hasta el hombro, piel pálida, labios rosados y ojos inmensamente hermosos.
Hoy de seguro me pasará lo mismo y por más que trato de recordar algo al día siguiente, no encuentro el hilo que desata la madeja. Curioso es, que en ese momento, no se me ocurra escribirlo pues no lo pensé sino hasta ahora.
Entonces esperaré a que las luces se apaguen y que el ruido se calme y sin pensarlo me levantaré para teclear lo que se me viene a la mente.
Sinceramente no creo que resulte.