viernes, 3 de septiembre de 2010

1ra Enseñanza Zen

No creo que la muerte sea el final como José, tampoco creo que sea el inicio como Aurora, mucho menos creo que sea una transición como Jessika. Creo que la muerte es un estado. Un estado del alma. Es más, creo que la vida es otro estado. Nadie me puede decir lo que hay después de la muerte, ni dios. Solo sabemos lo que hay en la vida y lo que hay es lo que queremos, lo que sabemos y lo que somos, nunca lo que seremos porque tal vez no lo seas.

No creo en la magia, no creo en la religión, no creo en la biblia ni en los fanfarrones que dicen leerla y cumplirla pero sus vidas son un compendio de incoherencias insultantes.

Creo en Jesús porque fue una persona de carne y huesos, porque enseñaba y predicaba con el ejemplo. Creo en Buda porque me enseñó un camino sencillo pero difuso. Creo en Ghandi porque mostró que se puede vivir o morir en paz. Creo en mi porque soy capaz de ser feliz con la locura de mi vida.

Destesto a esa sarta de aduladores de crucifijos en pecho que terminan por estropear las enseñanzas de Jesús y aplaudo a quienes son felices en la ignorancia y predican la bondad de corazón.