Es difícil escribir sobre la muerte de un amigo, peor aún si ese amigo te llamó algunos meses antes de morir para contarte que estaba enfermo, peor aún si en esa llamada te pidió que lo visitaras y tu prometiste que lo harías.
Ha muerto Mister X, Juan Ramos, el tio gordito de los controles, el sonidista de la Radio, el cachondo de teléfono, el viejo consejero, el que todos las noches me preguntaba por Lulita, el que alzaba el dedo gordo para entrar al aire, el que renegaba cuando hablábamos lejos del micro.
Nunca fuimos los mejores amigos pero fue el primero que conocí en la CPN radio y el primero que me enseñó algo muy valioso -cuelga suave el teléfono carajo- eso me dijo, me dio confianza y yo la cogí. Compartimos por dos años y medio las madrugadas de los 90.5, tomábamos en los aniversarios y hacíamos chacota con las oyentes.
Siempre le dije Mister X, como todos, no recuerdo haber mencionado su nombre nunca, hasta hoy. Un día hicimos el programa solo los dos, no había gente, Miguel se había ido de vacaciones, Harold estaba en Canal 7 y Paul Toby no llegó esa noche. Me enseñó cosas básicas -no babees el micro- , - cierra la puerta que el aire acondicionado jode la garganta - , - no me interrumpas cuando hablo por teléfono - , -si pones los pies en la mesa de conducción fíjate si no has pisado caca - y cosas mas útiles aún.
Mister X no sé que hay después de la muerte, pero de seguro tu ya lo sabes, ojalá sea lo que esperabas y no estés decepcionado, lamento no haberte visitado y lamento que dejes a tus hijos, eso debe ser bien jodido.
En fin, allá nos vemos cuando me toque. Y ya se que si te veo no llevaré cigarrillos porque te jode el humo.