martes, 14 de junio de 2022

Algo que no sabías

Ver la forma en que me mirabas cuando bailábamos me volvía loco, me enamoraba, hacía que me pregunte por qué no te elegí a ti al final de todo. Mirar tu sonrisa al observar mis pasos tímidos y desordenados hicieron que no te olvide nunca, tomabas mis manos y me guiabas a tu ritmo, siempre acompasado, vivaz y etéreo. 

Pasamos varias noches juntos en las discotecas de san juan, en el famoso boulevard, en el relax, el faquir o la quinta (5ta), discotecas famosas de ese tiempo. Luces rojas, azules, cortadoras, luces lilas que hacían que lo blanco brille, mesitas de dos, de cuatro, barras y la infaltable sangría o la, en ese momento, cara cerveza que se vendía por jarras. Íbamos con amigos, nos divertíamos, pero otras veces íbamos solos, tú y yo, para que me enseñes a bailar, para que yo vea tu amplia sonrisa de dientes blancos, para que puedas tomar mis manos sin que nadie nos vea, para que yo pueda tomar tu cintura sin sentirme culpable de tocarte, para que pudiéramos besarnos y quedarnos mirando fijamente nuestros ojos, tus inmensos ojos redondos y mis pequeños ojos rasgados, para que el tiempo se detenga luego en un abrazo que decía todo sin palabras.

El mejor momento de la noche era cuando nos quedábamos solos o casi solos en la discoteca, pues ponían las mejores canciones cuando no había gente. En el tumulto sonaban las cancones de moda, esas con las que te vacilabas por que no me sabia ni me salían los pasos, esas que sonaba en la radio de los buses o en los aparatejos que existían en aquella época. Salsa y el inicio del reguetón, música brasilera de axe bahía y hasta música de argentina como la mayonesa. Todas esas canciones de las que me burlaba, esas me hacías bailar.

Al final, la discoteca iba quedándose vacía y como para botar gente ponían una que otra música criolla, pero al final llegaba ese mejor momento, el rock, Men at work, Phil Collins, Jhon Cougar, The Outfield y demás representantes de la mejor música de los 80's. Esas canciones que me permitían tomarte de la mano, besarte, sentir tu aliento, rozar tus dientes afilados, disfrutarte, poder mirarte a los ojos y decirte que te quería sin palabras, tomar tu cuello y tu mejilla y sentir tu piel tan blanca y suave que juro que hasta el día de hoy recuerdo. 

Con esas canciones te quise, mas que a nadie, mas que a todo, clandestinamente, en silencio, con miradas sigilosas, con citas a escondidas, a entretiempo, esperando tus llamadas por las tardes, visitando tu casa para tocar guitarra, recibiéndote en mis casa para hacer lo mismo, viajando hasta surquillo para verte lejos y casi de madrugada. Así te quise, así te amé, así te guardé, así te mantendré hasta que mi alma se traslade a otro cuerpo que buscará encontrarte nuevamente a ver si en esa vida, tengo el valor de decirte que si. 

¿Sabías eso? Dímelo luego.