miércoles, 28 de octubre de 2020

The Blacklist

No soy un tipo rencoroso, mucho menos guardo odios porque me parece inútil, pero si hay cosas que debieron merecer mi odio, personas que me hirieron, algunas sabiendo que lo hacían, otros con la total ignorancia de que con sus acciones marcaron mi personalidad. Algunos ya los he olvidado, pero hice un ejercicio mental para recobrar algunos ásperos momentos que aun recuerdo, ya no con dolor, sino con una sonrisa por que fueron parte de mi vida por un tiempo, entonces sin mas ni menos, aquí va mi blacklist, mi lista negra de seres que merecieron el infierno en determinado momento y que hoy gozan del paraíso en mis recuerdos:

1. Mi padre. Pobre viejo, lo odie mucho tiempo, ahora me da pena la indiferencia que puedo sentir por su situación. Ojalá algún día nos sentemos a conversar de la vida como dos extraños conociendose.

2. El negro Talo. Este huevón era un drogadicto de mi barrio que, cuando yo tenía 11 o 12 años, me robó una cadenita de oro que llevaba en el pecho, me la jaló y casi rompió mi polo, yo me quedé sin reacción porque era mucho mayor que yo. El negro Talo murió en la cárcel hace varios años. Luego yo me hice amigo de su hermano el negro Renato pues estudiamos en el mismo colegio.

3. Lito, el profesor de Literatura. Cuando estaba en la academia me enamoré de Karín, salimos como 3 meses y un día de la nada ella terminó conmigo, luego me enteré que fue porque el profesor de Literatura 10 años mayor que Karin y yo (teníamos 16 años) la enamoró y ella se dejó enamorar, les fue mal, según me enteré años después, ella quedó embarazada, no ingresó a la universidad y Lito la dejó. Lo odié mas por lo último que por lo anterior.

4. La negra. No sé como se llamaba, pero una negra me engañó con 100 soles falsos cuando trabajaba en un colegio haciendo matrículas, hasta hoy recuerdo su cara, pero nunca la volví a ver. Tuve que reponer el dinero de mi plata, toda una semana de trabajo se fue con la negra.

5. Militar viejo. Una vez acompañe a Nancy, mi gran amiga, a averiguar inscipciones para la escuela de oficiales del ejército, (tenía 18 o 20 años) ella estaba en una oficina y yo esperaba afuera, de pronto un viejo vestido de militar me tiró el lapo mas fuerte del mundo, un sopapo que me zumbó la cabeza, sin aviso y nada, voltié y me dijo "vaya a servir a su patria", juro que quería matarlo, pero no hice nada.

6. Profesor Gustavo. Este gran huevón, quería atrasarme con Jessika, trabajaban juntos, la llamaba, la acompañaba, sabiendo que estaba casada conmigo. Hice lo que nunca pensé hacer, en una fiesta, le pegué, lo peor fue que Jessika se molestó conmigo, jajaja, pero lo odié.

7. Taxista sapo. De regreso de un campamento con Verito nos sentamos juntos en el taxi de regreso y ella usaba la minifalda mas pequeña del mundo con las piernas mas blancas del mundo bronceadas impecablemente, una verdadera delicia, que no solo yo disfrutaba, sino tambien el taxista que se le salían los ojos, mientras yo lo miraba con todo el odio del mundo. 

8. Lucio Cámara: Profesor de la Villarreal. Me jaló y no quiso darme una mísera oportunidad, ese curso me hizo sufrir casi 3 años pues era pre-requisito, odie a Cámara intensamente, per ya se me pasó. :)

9. Pablo Dancourt: Juez de un concurso de cuentos de la casa de la Literatura, me devolvió un cuento que envié por errores en el envío. (Estaba seguro de que yo iba a ganar)

10. Policía x: Me detuvo cuando regresaba de la playa y me hizo soplar el "tufómetro" (yo mas huevón, soplé) y me sacó 40 soles, (yo tenía solo 20 y con verguenza pedí a mi acompañante que me preste 20 mas) luego me enteré que por normas de tránsito, no tenían ningún derecho, ni a pararme, ni a hacerme soplar el alcoholímetro.

11. Postulante a Profesor de música: Se ganó mi odio por breves instantes debido a su habilidad y a la forma natural en que la que te arrancaba sonrisas, de hecho, ni loco lo apruebo para el puesto. 







martes, 20 de octubre de 2020

Tipo celoso

No soy un tipo celoso, pero juraría que lo aventaría de la escalera y prendería su cadaver solo para ver arder su cuerpo en el infinito vaivén de las llamas naranjas y azules mientras fumo el primer cigarrillo después de ocho meses.

No soy un tipo celoso, pero estoy seguro que lo empujaría a la pista mientras pasan camiones a toda velocidad dentro de una vía de un solo sentido, prendería mi auto y me iría silbando una tonada alegre.

No soy un tipo celoso, pero doblaría cada uno de sus finos dedos que tocan guitarra mejor que yo y los torcería hasta escuchar el ruido que harían al romperlos mientras miro sus ojos de dolor.

No soy un tipo celoso, pero te juro que su forma de mirarte y de hablarte encendieron una rabia que se me salía por los ojos con cada palabra que te decía.

No soy un tipo celoso por eso me tragué la ira con mantequilla y el odio con chocolate y no te diste cuenta de nada, ni lo volví a mencionar porque recuperé mis cabales inmediatamente.

No soy un tipo celoso, solo son cosas que pasan por mi mente cada vez que me encuentro en una situación con la que no estoy familiarizado pues acostumbro ser el centro de atención como un niño mimado de familia adinerada.

No soy un tipo celoso, solo invento historias en mi cabeza que terminan siendo ciertas.





martes, 6 de octubre de 2020

Un segundo mas para pensar

 Y si no hubiese tenido esa contrariedad durante las primeras reuniones en las que nos conocimos, allá por los días finales de febrero ¿crees que me hubiese detenido a observar tu mirada perdida y triste?

Y si no hubiese esperado a Jessika al finalizar la reunión del primer día que hablamos o no me hubieras encontrado solo e impaciente ¿te hubieras acercado a preguntarme lo mismo? (¿Sub director, si no comprendí algo le puedo mandar un correo? Yo: No. Me miraste seria. Sonreí. Mediosonreiste. Bajé la mirada a tu escote. Te sonrojaste. Me sonrojé mas que tú y te escribí mi correo en una hoja. Llegó Jessika y nos despedimos.

Y si hubiese elegido yo, en vez que elijas tú, pues yo quería Pilsen y tú Corona, yo quería ir a Miraflores y tú dijiste Barranco, yo quería fumar pero el olor de tu cabello, esa primera vez que salimos, me dijo no ¿crees que me hubiese atrevido a acercarme y besarte entre el desconcierto de la situación?

Y si hubiese dicho que no, cuando jugamos a verdad o reto y me dijiste "a que no vienes a mi casa" ¿crees que hubieses tenido una increíble historia para contar y partirte de risa como lo que pasamos aquella noche?

Y si no me miraras como me miras ¿crees que entendería mi suerte?

Y si no me dijeras lo que me dices ¿crees que podría dejar de pensar que no entiendo lo afortunado que puedo ser?

Y si hubiésemos tomado un segundo mas para pensar las decisiones que tomamos día a día, minuto a minuto, tarde a tarde, conversa a conversa, mensaje a mensaje, beso a beso, risa a risa, paseo a paseo, caminata a caminata, noche a noche, amanecer a amanecer, definitivamente no seriamos los mismos.

Y si no hubiésemos tomado esas pequeñas decisiones que nos trajeron hasta aquí, ¿Dónde estaríamos?



jueves, 1 de octubre de 2020

2 extrañas costumbres

Respondo a dos de tus curiosidades que han hecho que afirmes que mientras mas me conoces notas mas cosas raras en mi... 

1. Los que me conocen a profundidad saben que incluso antes de la pandemia he detestado el contacto social, es mas, el metro y medio obligatorio hoy, para mi fue obligatorio siempre y si no usaba mascarilla antes de la pandemia es porque la verdad que son muy incómodas, pero el alcohol en gel, la desinfección de manos y de objetos que otros han tocado, siempre ha sido una costumbre en mi, casi colindante con el trastorno obsesivo compulsivo. Para muestra está el alcohol en gel que siempre cargo en mi auto y lo mucho que odio cuando las personas me rozan o me chocan al caminar por la calle, mas insoportable era cuando tenía que subir obligatoriamente al transporte público, era verdaderamente un martirio. Así que no es nada rara mi reacción ni fue exagerado de mi parte, solo soy yo, en modo natural.

2. Pueda parecerte raro pero es una costumbre de personas con una alta sensibilidad en el gusto por los sabores, los mas grandes chefs del mundo hacen lo mismo que yo, si, siempre huelo la comida antes de probarla, no porque piense que puede estar malograda o porque me puedan envenenar como me dices, lo hago por la simple razón que de chiquito siempre preguntaba a mi mamá ¿Qué cocinaste hoy? y ella me decía ¿no hueles? y yo intentaba descifrar por el olor que comida era, luego cada vez que me servía la comida, olía para memorizar ese aroma y se me quedó la costumbre, que como repito, es signo refinado de sensibilidad culinaria. No por que piense que tu comida es horrible y que ni el mendigo mas hambriento se la comería jajaja, de verás.