viernes, 23 de julio de 2010

QUÉDATE...



Cuando digo que nunca voy a dejarte no es sinó una metáfora mal empleada. Cuando digo que siempre estaré aquí para ti no es sinó un subterfugio de mis palabras. Muchas veces te deseo a mi lado, muchas te deseo lo más lejos posible pues se me hace fácil extrañarte. Tu ubicuidad me aterra, estás donde no estás y no estás donde estás y por más juego de palabras que sea en mi mente se vuelve realidad.

Cuantas veces te dije que te quedes conmigo. Ninguna creo. Fue porque nunca te fuiste, siempre estás. Cuantas veces me pediste que me fuera. Más que ninguna creo. Pero sigo aquí, como ese objeto olvidado por poco importante, como las migajas de galleta de un niño satisfecho. Sé que me amas con todas tus fuerzas porque lo siento hasta aquí, siento cuando me besas, cuando me abrazas, cuando me esperas cuando olvidas los rencores que genero, cuando perdonas mis excesos de juventud. Te amo. Sin dudar eres lo mejor que me ha pasado, eres simplemente el amor que descubro cada día, con defectos inmensos pero con bondades que sobrepasan cualquier defecto y lo minimizan.

Por eso te pido que te quedes conmigo, no un día ni dos, no un año ni dos, para siempre, no sé cuanto viva pero estoy decidido a vivir contigo. Quédate conmigo y sabrás los que es vida, no prometo paraisos ni sueños de verano. Prometo convicción y lo más simple y complicado del mundo: amor.