Tal vez haya sido el periodo mas confuso y de mayor silencio en mi vida. Ni siquiera tenía ideas claras para escribir, cada vez que estaba frente al teclado las ideas se esfumaban, a pesar de haber pensado todo el día en algo para escribir y de llegar con una idea clara a la computadora, de pronto, todo se disolvía.
Tal vez haya sido el periodo de mayor sequía durante estos años de textos abiertos y sencillos, de palabras que piden a gritos ser leídas por las personas que necesitan en demasía leerlas. Encubriendo la falta de ideas con desgano y jugando para pasar el rato.
Tal vez este sea el invierno mas frío que he vivido a pesar de tener mayor abrigo, pues no está la nostalgia que me acompañaba siempre. No hay melancolía ni añoranza del amor perdido, ni desesperación por dedicar las palabras precisas que si no son escritas estrujan la mente retorcida de este ordenador de palabras.
Suele pasar dice la mayoría de personas que sufren de depresión ocasional, llega un momento en el que retrocedes, no te interesas por algo en especial y dejas tus hábitos preferidos, desciendes a los profundo de tu moral y dejas que te arrastre el desánimo y a pesar de que eso no es ni lo mínimo que sentí, vale el consejo que hoy desecho pues he vuelto, regresé al ruedo, a la rutina y a la adormecedora vida de profesor de escuela privada.
Suele pasarme, pero esta vez ha sido un largo periodo depresivo, dificil, recalcitrante y a veces obseno, descuidando lo que debía cuidar y siendo cuidadoso de lo vanal. La depresión me gusta porque es absorbente y me vuelve creativo, me sacude y me enerva pero siempre que estoy en esos momentos sé que terminará y que de mi interior reaparecerá el sujeto con el que me gusta conversar cuando estoy en silencio, el de las respuestas frescas y sinceras, el de la voz que hoy me ha dictado estas palabras.