Lo lamento muchacho. Es un decir pues no siento tu pena. Sería imposible acercarme a tu dolor, solo te acompaño ofreciéndote un consuelo vano para ti. No pretendo ponerme en tu lugar, solo quiero recibir tu cuerpo triste, cansado y lánguido. Quiero volver sobre tus pasos para advertirte pero sé que no es posible. Sufre ahora para que no sufras después, llora ahora para que no hayan lágrimas mañana y cuando pienses en el futuro no verás esto pues ni te imaginas lo que te va a ocurrir.
Es mejor perderse ahora buscando las sombras del pasado pues, muchacho, lo que te ha tocado es terrible, una maldición, una salvaje prueba del destino pero aqui estoy yo, para guiarte como Virgilio guió a Dante por los senderos del infierno, asi pues, querido muchacho tu destino ya se marcó por la tragedia.