viernes, 21 de agosto de 2020

Frío, frío...

 De camino, frente a un semáforo en rojo, me puse a pensar en como surgió la idea de ir a la playa con tanto frío. A pesar de que estábamos abrigados, tú hasta con guantes, tenía la sensación de que era una mala idea y si no te lo dije fue por que vi tanta emoción en tus ojos y tu sonrisa que me dejé llevar, sin embargo confieso que pensé "ni loco me meto a la playa con tanto frío, el agua debe estar helada, si se quiere meter que se meta sola". 

Incluso pensé en ir a Venezia, que nos queda a diez minutos, pero querias ir mas lejos y la verdad, yo también. Entramos a la panamericana y probamos la velocidad de R2, pista libre, me encanta cuando la carretera esta así, en 40 minutos llegamos a Punta Negra.

Cuando bajamos entendí que me había equivocado, no fue una mala idea, como siempre, tú mas inteligente que yo, habías adivinado mis pensamientos y encontramos el lugar que querías encontrar, un sitiecito sencillo, acogedor y donde venden el café mas rico de ese balneario. Sorprendido por tu conocimiento del lugar salimos a caminar y llegamos a donde querías llegar, un lugar perfecto para estacionarnos y salir a mirar el mar y conversar de todo.

Apoyado en R2 y tú recostada sobre mi, ambos mirando el mar, con un viento frío, casi helado, a veces en silencio, a veces diciendo estupideces, a veces tu volteando y los dos disfrutando, entendí todo. Entendí que no existe lugar mas perfecto que el que uno quiere mostrar, que no importa el frío o el calor si finalmente los besos siempre serán cálidos, que tu cabello siempre huele a azafrán y tus ojos brillan siempre cuando me miras y sonríes.

Disfrutar los momentos contigo se esta volviendo mi experiencia favorita. Regresamos después de ver el ocaso, un atardecer turbio típico de invierno pero hermoso por que fue contigo. Disculpa por haber dudado de tu plan, ya van varias lecciones que me das, me estoy acostumbrando. ¿Otro cafecito?