viernes, 25 de noviembre de 2011

La Terapia del Silencio...

Cada vez que estoy contigo es como una catarsis. Merodeas mi mente y haces que me envuelva en el pasado para vomitarlo. Justo eso necesito y creo que logro apartar aquello que todavía sigue presente. No he dejado nada oculto, todo lo has desnudado y eso me tranquiliza, aquellos recuerdos en mi mente eran como una bomba de tiempo que me presionaba constantemente.

Mientras salían las confesiones solo hacías lo que yo necesitaba en muchos años: ser escuchado, expulsar mis entrañas y poco a poco acabar con la angustia. No sabes lo bien que me sentí. En agradecimiento también te escuché y llegué a comprender lo extraño de tu soledad y tu comportamiento familiar tan jubiloso.

Lamento no haberme concentrado en la satisfacción placentera de los cuerpos pero todo salía bajo la forma de ovillo. Mientras los recuerdos llenos de sentimientos salían, yo exprimía mis rencores y frustraciones, sientiendo que verdaderamente olvidaba el pasado que me atormenta a veces.

Ahora todo es mas simple, al fin los recuerdos se alejan pues has quitado el ancla. Dejaré que naveguen y desaparescan frente a mi costa. Los has espantado con tu amable silencio y aunque luego parafraseaste los verbos de Freud sé que no me juzgas, tal vez no me entiendas, pero no cometiste el error de todos de señalar con el dedo hipócrita de la moral.

Tal vez no sea justa la situación pero agradesco que seas tú quién me escuche. Lamento también que te hayas topado con una persona como yo, pues conmigo funciona perfectamente el dicho "piensa mal y acertarás". Sin embargo ofresco la dura y dificil sinceridad. Sin rodeos como singularmente, me he mostrado ante ti. Duela a quien le duela, por delante siempre la verdad.

Asumo y asumiré cualquier responsabilidad de las consecuencias que todo esto pueda traer. No te culparé si no quieres volver a verme o si todo lo anterior genera rechazo. Todo va por mi cuenta y comprenderé cualquier reacción. Y cuando todos los recuerdos se hayan olvidado solo quedarán nuestras conversaciones tumbados sobre un colchón mirando la penumbra.