miércoles, 4 de abril de 2012

Amantes...

Después de todo, acabada la cena, cada uno pasa a retirarse. Sin partir el pastel, sin descorchar el vino. Parándose lentamente y alejándose unos de otros. Cada uno por su rumbo, a sus dormitorios donde soñarán lo que no hicieron en la cena. Las sobras se las darán al perro, los platos los lavarán en la mañana y la mesa quedará como está.

El padre descanza del trabajo en la soledad profunda y odiosa de su habitación gris. No busca ni los diarios para la lectura vanal, tampoco un libro para desafiar el intelecto, se refugia en la música, los clásicos Bach, Chopin, Beethoven. Naufraga entre las olas de los violines y solfea sus frustraciones que retumban las paredes. Desarmado, casi contrito y cerrando los ojos, se deja llevar por los mundos imaginarios y fantásticos, a donde va solo, sin esposa ni sus hijos, de ahi su contricción.

La madre teje, con palillos y lana roja, despreocupada y sin pensar en otra cosa mas que en entrelazar los hilos adecuadamente. Sus piernas juntas, su falda larga y sus pies calzados con sandalias. Despreocupada y satisfecha por lo hecho en el día. Un pensamiento la ronda pero no le quita la concentración. Espera que sus hijos se acerquen a despedirse con las buenas noches.

Los chicos se acercan, revolotean, dan tropiezos y finalmente llegan ante ella, le dan un beso y con una cruz en la frente la madre los acuesta. Se abrigan solos y sueñan con los angelitos.

La madre vuelve al tejido y espera el silencio total de la casa. Cuando no escucha ningún ruido se levanta y camina nerviosa hacia el cuarto del esposo. Abre la puerta y ve al marido tendido, hipnotizado por la música, a veces suave, a veces eufórica. La mujer se sonroja y cierra la puerta. Sin pensarlo, se saca los aretes, la blusa y se baja la falda. Desabrocha su brasier y desliza las bragas hasta quedar solo con las sandalias.

Adentro, el marido, extasiado por el ritmo y el vaivén de las notas, ha cerrado los ojos y solo espera quedarse dormido asi.

Ya al lado de la cama, la mujer desnuda desliza su mano bajo los pantalones y obedece a su instinto. El sorprendido amante también se entrega y disputan quien ofrece mas placer. La faena gloriosa descubre que siguen siendo amantes,como cuando se conocieron.

Pues al finalizar el día entonces, recién empieza la vida para dos animales dominados por la rutina y el cansancio.