He visto mis ojos en los de un niño de doce años. He visto en mi alumno, aquel que fui en la secundaria, enamoradizo y soñador. Los ojos no mienten y los de este chiquillo son idénticos a los mios hace quince años.
Me ha confesado algo mirándome y pidéndo discresión, -profesor, ella me dijo que le gustan los chicos que la hacen reir y yo la hago reir-. En ese instante lo vi, me vi en él y el tiempo retrocedió quince años.
Lamentablemente sé, que este muchacho está perdido. No tiene oportunidad como no la tuve yo con Fiorella. Sin embargo nunca se dará cuenta y soñará todas las noches a partir de ahora. Antes de dormir y mirando el techo de su cuarto soñará con darle un beso y escuchará su voz diciendo que lo quiere y cuando finalmente se haya quedado dormido, su fantasía será con ella. Al levantarse lo primero que pensará es lo hermoso que fue el sueño.
Asistirá al colegio entusiasmado por verla y cuando le toque mi clase estaré yo ahí, sentado e imaginando como sería si tuviese el valor de decir lo que siento. Y también veré en su discresión, el infierno de la absurda cobardía.