Absolutamente todos ocultan cosas. Categoricamente y por lo tanto, todo el mundo miente. Tal vez no hay cinismo en algunos y hay esa omisión involuntaria y desconcertante. O tal vez el cinismo se acomoda con la actitud mas sincera y forma parte de lo cotidiano. Cuando uno miente, lo hace descaradamente y cree que hacerlo es importante, ocultar la verdad resulta entonces un ejercicio de convivencia válido, pues de lo contrario todo se va al tacho. No existen relaciones basadas en la sinceridad, todas las relaciones están basadas en la mentira (relaciones de todo tipo y a todo nivel), cuyo núcleo siempre está oculto, por omisión o por conveniencia.
La sociedad es hipócrita, con doble moral, capaz de engrandecer al vil y allanar al héroe. Con valores sin fundamentos sólidos y pero aún, con la falsa esperanza de que todo puede mejorar o está en camino de hacerlo. Lamentablemente, la ingenuidad campea y ahora todos se juran sinceros y bondadosos, mienten tan bien que parece verdad.
Todo el mundo miente. Todo el mundo oculta. Pero no todo el mundo quiere mentir o quiere ocultar y es este, el detalle que traza una línea que divide en dos grupos a las personas, los que mienten sin querer y los que mienten queriendo, pero al fin y al cabo. Todo el mundo miente.