Después de todo lo vivido llega la tormenta. Cuando tocaba el sosiego la vorágine me envuelve y mis latidos se crispan ante el alboroto. Al final de la guerra ha cambiado todo, cuando ya no había que luchar hay que coger nuevamente las armas para estar alertas. Cuando los sentidos se tenían que acostumbrar al reposo viene la alaraca y ya no hay desierto sino selva enmarañada. A buen entendedor pocas palabras...