Un chico, terminando la adolescencia pero aferrándose a ella, con edad suficiente para tomar decisiones propias pero tan cobarde como para ocultar lo que siente aun teniéndote frente a sus ojos. Una chica que ya había madurado sola, pero con los ojos aun de niña, con la voz encantada entre el dolor y la felicidad.
No sé si eso eramos, lo que si sé es que fuimos mas de lo que entendíamos, fuimos mas de lo que esperabamos llegar a ser y mas importante que eso, hicimos lo que no debíamos cuando lo hicimos, sin saber que hoy, desde tan lejos en el tiempo, todo seguiría siendo inentendible pero absolutamente válido.
Caminábamos por el malecón, tomados de la mano, a veces abrazados, a veces tan sueltos que nadie se imaginaba la entrega y la absurda situación, lejos de casa, lejos de la gente que nos reconocería, lejos de los comentarios, lejos de los sentimientos de culpa y absortos dentro de un sentimiento tan delicioso que hubiese sido una novela de gran éxito.
Siempre estaba nervioso en la espera, amedrentado por lo que sentía, pero cuando te veía llegar todo eso lo transformaba tu sonrisa, acaparado por el amor clandestino y obnubilado por las palabras que decíamos.
Cuando estaba en la universidad, sin ti, revisaba mi correo electrónico para encontrar tus mensajes y salir corriendo a buscarte. Soñaba con las postales de gusanito, sonreia como loco cuando abría y salían esos muñequitos diciendo "te quiero", lástima que hoy ya no exista, me parecía una genialidad de la tecnología.
En tu casa, te miraba, de reojo, y sonreía porque tu tambien me mirabas, sin embargo yo siempre fui discreto, tu lo hacías sin temor, tus ojos te delataban, como si quisieras que todos lo sepan, yo me ocultaba bajo la música o las conversaciones con nuestros amigos.
Un veintiuno de marzo, como hoy, hace varios años, cantábamos happy birthday al rededor tuyo, y en medio de la oscuridad y con las velas encendidas sobre la torta, me miraste con esa sonrisa de siempre y yo, sin temor, también te miré, a pesar que otro tomaba tu mano, y otro te daría el beso de cumpleaños que yo quería darte. En esa mirada me dí cuenta que, como en una postal de gusanito, nosotros debíamos estar juntos a pesar de todo, a pesar de todos, frente al mar, en el malecón y por la tarde, para siempre.
Feliz cumpleaños Verito.