miércoles, 16 de marzo de 2011

Hoy se celebran 119 años del nacimiento de César Vallejo

Tomado de El Comercio
El escritor peruano es considerado por la crítica uno de los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX


Un día como hoy, en 1892, nació el más grande poeta que el Perú ha legado. El mundialmente reconocido César Vallejo vio la luz en Santiago de Chuco, La Libertad. Una vida después, murió enfermo y solo en 1938, dejando una obra que lo llevaría a ser considerado, por críticos especializados, como “el más grande poeta universal después de Dante Alighieri”.

En Lima publicó “Los Heraldos Negros” (1918), donde se pueden apreciar sus tendencias modernistas. El sufrimiento de los hombres y la sociedad injusta constituyen la principal temática en esta obra. En 1920, es llevado injustamente a la cárcel tras una revuelta popular. Allí escribe “Trilce” (publicada en 1922), una de sus máximas obras de poesía vanguardista.

Vallejo no solo escribió versos, sino que también escribió novelas con fuerte contenido social y de protesta, como “Escalas Melografiadas” (1923), colección de estampas y relatos; “Paco Yunque” (1931), la historia de un niño de la sierra que era discriminado en su colegio, o “El Tungsteno” (1931), que retrata el abuso que sufren los peones y empleados indios de parte de las grandes empresas mineras. Entre su producción teatral está “Lock-out” (1930) y “Moscú contra Moscú” (1930), más tarde llamada “Entre las dos orillas corre el río”.

Vallejo, tal como lo predijo en su poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”, murió en París el 15 de abril en 1938, y tras su muerte se publicaron sus obras “Poemas Humanos” y “España, aparta de mí este cáliz”, consideradas como las mejores obras del poeta peruano más universal.

Dos de mis poemas favoritos de Vallejo...

IDILIO MUERTO
Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: "¡Qué frío hay... Jesús!".
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.



PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA



Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...