viernes, 21 de octubre de 2011

IV - Kyomi

Lo de Kyomi fue mágico, antes de conocer su rostro estaba enamorado de ella. Su voz me atrapó desde el primer momento. La sentí  sincera y con ganas de hablar. Exactamente no recuerdo cuando iniciamos una amistad sin rostros pero fue la época en la que trabajaba en CPN radio, en las madrugadas. Lo cierto es que nos hicimos amigos pronto, ella me llamaba casi todo el día, me contó su vida y yo le conte la mía, todo por teléfono, mensajes de texto o por messenger.

Kyomi tenía diecisiete años y yo veintiuno. Recién había terminado el colegio y estudiaba en un instituto de secretariado, estudiaba hasta tarde y por eso escuchaba mi programa. Un día llamó y preguntó por mi, conversamos por interno casi por una hora, yo me hacía el casanova, como era la costumbre en la radio, ella adulaba mi voz y me hablaba de su aburrida vida.

Cuando ya eramos amigos surgió mi interés por conocerla fisicamente, ella me conocía por las fotos de la página web de la radio y lo único que yo sabía era que tenía ascendencia japonesa (lo asumí por el nombre y el apellido) así que le pedí una foto y ella me dio una mejor idea: hablemos con cámara web. Eso estaba de moda asi que acepté.

Hablabamos todo el día por teléfono y eramos muy "amigos" asi que mentalmente me prometí que el físico no me importaría, sea como sea seguiría adelante con ello. Cuando empezamos las conversación  y escuché su voz repetí mentalmente: "No importa si es fea, su voz me llena y seguiré adelante". Prendió la cámara web y su físico era la envoltura perfecta para una persona tan agradable. Era extremadamente blanca, ojos de rendija, boca pequeña, nariz pequeña y cabello ultra lacio y negro. Conversamos por casi tres horas y salí completamente enamorado, con una voz y un rostro en que pensar.

Cuando hablabamos le decía que la quería y ella respondía con lo mismo, pero formalmente no teniamos un lazo mas que la amistad. Las madrugadas eran divertidas conversando con ella pero pronto la necesidad de verla en persona era capital. Al parecer ella también entendía eso y nos citamos para el viernes en un parque de miraflores.

Todo estaba planeado, le diría que la amaba intensamente y que no había motivo, si es que ella también quisiese, de no estar juntos. Decidido y como es mi costumbre llegué una hora antes a la cita, me senté a esperar y a fumar un par de cigarrillos para le nervisismo, todo estaba tranquilo, la tarde parecía perfecta, sin embargo una terrible sorpresa acabó con todo.

Sentado miraba hacía la pista por donde ella llegaría pues era la única entrada para el parque. Faltando quince minutos para la hora indicada llegó un taxi plomo, bajarón dos personas mayores primero, una se dirigío a la puerta traserá y empezó a sacar un aparato, la otro abrió totalmente la puerta y se agachó para cargar a alguien. Observando atónito y grabando segundo a segundo las escenas en mi mente, me paré para acercarme y la reconocí, era Kyomi. Una señora mayor abrió una silla de ruedas y la otra cargaba a Kyomi para depositarla en la silla de ruedas, las tres personas se acercaron y yo no sabía que hacer, estaba petrificado, solo atiné a mostrar una leve sonrisa.

Kyomi era inválida, nació así y hasta ese momento no existía tecnología en el mundo que le diera su andar. Su madre era una mujer encantadora y sabía todo sobre mi pues escuchaba el programa de radio con su hija. La conversación era divertida hasta que Kyomi pidió un tiempo a solas, su madre sonrió y se alejó para comprar algunos dulces.

Era increible lo que me decía, sentía cierta admiración por mi y desechó de plano cualquier tipo de relación mas allá de la amistad, cortó todo con una frialdad irreconocible, el tono de su voz era parco y apagado. Escuché a Kyomi en absoluto silencio, absorto por todo lo que había pasado y abatido por lo que decía sobre nosotros. Todo terminó cuando llegó nuevamente su madre y volvió a ser la misma chica de la que aún estoy enamorado.

La señora me trajo chocolates y me obsequió una revista en japonés y español. Kyomi reia y yo seguía la corriente pero todo dentro de mi se apagó. Yo la amaba y estaba dispuesto a decírcelo pero ella cortó con sus palabras frias cualquier intento de declaración. La tarde acabó y nos despedimos cariñosamente, un carro la recogió y vi su rostro mientras se alejaba.

Luego del encuentro las llamadas fueron cada vez mas esporádicas y cuando le pregunté la razón me dijo que el instituto se estaba poniendo dificil, ya no escuchaba mi programa de radio y no tenía mucho tiempo para llamarme. Yo la evité a partir de la cuarta llamada que me rechazó, luego de ello, la comunicación era nula.

El tiempo ha pasado y no he vuelto a escuchar su voz alegre, nunca volví a ver una sonrisa por web cam y hasta ahora espero sus llamadas que me alegraban el día. Mientras tanto sigo guardando pulcramente el amor hacia Kyomi que con el tiempo sosiega mi alma haciéndome recordar que el amor nunca se destruye solo descanza.