Me he mudado. Desde hace cinco años venía planeando esto. Construir un lugar a mi gusto, con suficiente espacio para mi hija y para Jessika. Un lugar acogedor donde pueda leer y escribir tranquilamente. Ha sido agotador pero gratificante. Durante estas últimas cuatro semanas he trabajado todo lo que no trabaje antes, aprendí a martillar, a coger un clavo correctamente, a lastimarme los dedos y no gritar, a encolar una madera, a resanar una pared y a entender el duro trabajo de un obrero.
Definitivamente, no he nacido para todo aquello, mis manos se han maltratado y mis uñas estan llenas de pintura. Cuando hago fuerza con las manos me dan calambres dolorosos y cuando al fin pienso que he terminado, siempre sale algo mas por hacer.
Sin embargo, la felicidad de Jessika y Lucía es básica para soportar todo este martirio físico. Después de tanto esfuerzo y al acabar el día, sus sonrisas son reparadoras.
PD: Algo positivo de toda la mudanza es que encontré viejos escritos mios, papeles que guardé por algún motivo que seguro al leer recordaré. Hojas con mas de quince años de antiguedad que trascribiré al pie de la letra para mi regocijo.