Sales despacio. Cuidadosa de que no te pillen. Caminas casi de puntitas con todo el cuidado de tropezar con algo. Te gusta. No sabes si lo amas pero te arriesgas. Giras la llave y alzas la puerta de metal, ajustas los dientes porque hay un ruido oxidado. Cierras con calma y sonríes exitada. Apuras el paso y coges el primer taxi. sonries y nadie sabe por qué.
Cuando llegas está esperándote. No es tarde pero tampoco llegas puntual. El mundo cambia. Nada existe y a la vez todo es lo que es. Caminas, perdón, vuelas con sus besos y suspiras en vez de respirar. Tus ojos brillan y el mar se aquieta. Es de mañana con rumor de madrugada.
La travesía no acabará nunca, cuando estás sola queda el recuerdo que será inolvidable, imborrable y etéreo. Y vivirás a la espera de encontrar tu corazón con el inefable riesgo de escapar cada vez que recibas la llamada del eterno amante enamorado.