Caminas de frente hasta llegar a la iglesia, en la esquina giras hacia la derecha y entras en la primera cuadra, luego sigues de frente por esa cuadra hasta toparte con el parque, cruzas la avenida que te separa de la acera del parque y caminas a la derecha, rodeas el pequeño óvalo y tomas el camino del centro, cuentas cincuenta pasos y hallarás una banca para dos. Desde la banca observas alrededor y ubicas el camino mas angosto, caminas y cuando llegues al final de ese camino subes las siete gradas, entonces estarás rodeado de una baranda de madera, con unos diez pasos estarás al límite y observarás el mar quieto, débil y con un rumor salado. Al fondo, el horizonte que es el mismo siempre, a la derecha algunas islas desordenadas y amorfas, a la izquierda dios en mármol y la cruz de chorrillos, atrás, todos los recuerdos como una jiba.
Si esperas un rato aparecerá una mujer para venderte una rosa, no se la compres y te amenazará, no hagas caso y da la vuelta, diez pasos y baja los siete escalones, ahora no vayas por el camino angosto y toma el del centro. Cuando llegues al faro, detente y prende el primer cigarrillo, siéntate en la plataforma y observa el humo diluirse, recuerda que son catorce pitadas para que puedas apagarlo. Levántate y anda, antes de cruzar la gran avenida que separa al parque de la otra calle, da una vuelta y contempla su historia, cruza y regresa, olvida el pasado pero recuerda el camino para volver cuando quieras.