Tal vez sea una de las cosas mas graciosas que he pasado en la vida, no se tú. Tal vez sea una de las cosas mas peligrosas también que sin querer hicimos. Lo cierto es que al menos contaré, sin que tu sepas, lo que pasó ayer, cómo esa tarde tranquila y aburrida que se tornó en locura y carcajadas.
Todo nació de un estúpido juego surgido en el aburrimiento de una conversación de whatsapp, como la mayoría de mis estupideces. Verdad o reto. Te juro que yo estaba recostado viendo a mis hijos divertirse con mis instrumentos musicales, sin la mínima intención de arriesgar nada, de pronto y luego de retos y verdades medio aburridas, me retaste "no vienes a mi casa" jajaja vi mi reloj y calculé mentalmente distancia por tiempo, "si llego, te jodiste".
Llegué en 20 minutos sin planes y sin saber a donde ir por las calles desiertas, faltaban exactamente 2 horas para el toque de queda y mi último reto fue preciso, "no te robas un vino de tu papá" jajaja, bajaste con una bolsa negra mas rochosa y partimos en silencio por las calles vacías escuchando la canción perfecta (rock&and roll por supuesto y en inglés por tu puesto😄).
¿La fabrica? no, dijiste, hay serenazgo ¿playa? no llegamos, dijiste otra vez muy acertada. ¿desierto? Hummm ya, y en 10 minutos habíamos llegado al desierto de Pachacamac, me estacioné y seguimos con el juego de verdades a medias, retos a tantos y vino dulce. Reíamos y de pronto cuando reaccionamos estaba casi oscuro, miré mi reloj y eran las 6y30 pm, jajaja, te asustaste pero avezadamente dijiste "hay que terminar el vino".
En la oscuridad, con música perfecta, con lo que quedaba de vino y con nosotros dos casi locos, lo que pasó fue incontable, insospechado y avezado como todo esa tarde/noche. En mi mente quedó una imagen, una foto mental de la locura, del momento irrepetible, de la suerte de conocernos en un momento inadecuado.
Pero reaccionamos, ¿Y ahora? bastaba con que un policía nos observase y terminaríamos en los noticieros y tras las rejas, (confieso que a pesar de mi risa, me asuste un poco) eran las ocho de la noche y tu teléfono reventaba, "comunícate" dije, yo hice lo mismo, pero la cuestión era, como llegamos a tu casa y se nos ocurrió la genial ideal de avanzar con las luces apagadas, confiando en mi vista y en nuestra suerte. Con las luces apagadas y a un kilómetro por hora, pero a esas alturas, todo era irreal. Con las luces apagadas y tú tomando mi mano a ratos, sin saber por qué, me sentí extraño, pero me reía.
Todo estaba de miedo hasta que dije "si nos atrapa un policía le digo que soy subdirector de la Corporación Salamanca" y soltaste una carcajada que me contagió y no paramos de reírnos, no sé si por la broma, por el vino, por la situación o por tus lagrimas de miedo, pero reímos hasta que tuve que parar y estacionarme porque me dolía el vientre y a ti te dieron ganas de otra cosa. Me reí porque quería reírme contigo y ver esa extraña felicidad, es mas, ser parte de ella.
Cuando retomamos a oscuras me dijiste, "una luz" casi a gritos, yo paré y me estacioné, nos agachábamos hasta que pasaba el patrullero o el serenazgo, jajaja era para partirse de risa, verte agachada e imaginarme a mi agachado, era la situación mas graciosa, escondiéndonos de la policía, del serenazgo, escondiéndonos de la tristeza, de los ojos apagados y tristes, nos moríamos de risa, te juro que me dolía la barriga de tanto reírme y de tan lento que iba, aprovechamos el momento de la mejor manera jajaja.😈
Todo el trayecto no lo voy a olvidar, a cada luz roja o azul, o a cada sirena que sonaba, nos escondíamos y tomabas mi mano con tanta fuerza que hasta me daba miedo, pero sobre todo risa, una risa que no podía detenerse y que crecía mas cuando te veía tambien muerta de risa.
Cuando llegamos a tu casa había pasado una hora y media, bajaste, nos despedimos y ahora el problema era mio, sin embargo me habías dado la solución perfecta, y que yo también vi en las noticias "si en toque de queda, pones un trapo blanco por fuera de la ventana de tu auto, la policía no te detiene porque eso significa que vas a emergencia de un hospital" y como yo vivo a unas cuadras del hospital Kaelin, pude llegar a mi casa sin problemas.
Te juro que ayer no dormí, no por el susto, a pesar que si estuvimos en un gran riesgo, sinó porque cerraba los ojos y la imagen aparecía en mi mente, y la sonrisa me ganaba, rebobinaba todo y me salía una sonrisa que me dura hasta ahora.
Una noche para recordar siempre, con detalles extraños, con risas increíbles, sin promesas de nada, solo palabras que vienen y ojalá se queden, solo gestos que aun ahora serán mas importantes que algo que no dijimos. En el ocaso, casi estuve apunto de enseñarte mi blog, el rabillo de ojo, para competir con tus estados tan precisos y que solo tu y yo entendemos, pero algo me detuvo, ah! ya recordé que fue lo que me detuvo: el vino magdalena.