Encerrados. No atrapados. Voluntariamente enclaustrados en un lugar hermoso, no oneroso, acogedor y tranquilo. En el centro comercial, mientras comprábamos comida para picar, habías dicho "has probado Ron Barceló", me hice el webón (por supuesto que lo he probado) "No, ¿es rico?" dije en tono ingenuo, sin decirme nada, cogiste una botella y fuimos a la caja. Pagué, la cajera me sonrió detrás de su mascarilla, lo noté en sus ojos , tú le lanzaste tu mirada de desprecio Covid 2020, yo le dije algo gracioso a la cajera y me cayó mi respectivo pelliscón, salimos y en R2 te dije "es demasiado, no lo terminaremos" "lo que sobra te lo llevas a tu casita" dijiste y me encantó la idea.
Música y casinos, risas y secretos, tragos y piqueos, ron y coca cola, besos y caricias, tiempo y suerte. La verdad es que nadie te gana en Nervioso, tienes una frialdad única para ese juego, sin darnos cuenta, la botella de ron estaba a la mitad, y nosotros estábamos disfrutando al máximo el momento. Comimos y seguimos con el ron, dispuestos a terminarlo y a matarnos de risa. Lo que vino después no lo recuerdo concretamente, son chispazos, imágenes, risas, tu insultándome en inglés, yo cantando en italiané, tu susurrándome en francés (eso parecía lo que hablabas) yo abrazándote con todas mis fuerzas y los dos riendo sin parar.
Ebrios de trementina como decía Neruda, acostados y con una sonrisa inmensa nos atrapó el sueño, nos atrapó la vida, nos encontró el destino y cerramos los ojos juntos.
Hablamos de tantas cosas al despertar, y vimos la botella de ron, vacía, nos volvimos a reír, cómplices de todo, el agua limpió nuestros cuerpos pero no se llevó la sonrisa, todo nos lo quedamos nosotros, complicados, simples, profundos, someros, agitados y sosegados, cada vez se complica mas nuestra situación pero también se hace mas simple la salida.
Señorité, no hay dudé, la quieré y muché.