En la etapa mas feliz de su vida, la noticia le cayó de golpe. Lo sorprendió con la guardia baja, cual luchador en descanzo, disfrutando del sociego y con el alma triunfante. Lo pensó cien veces antes de decírcelo y deseó no haberse enterado de nada para no ser el portador de la tragedia. Pero todo tiene que pasar y lo dijo de la forma menos dolorosa posible, tal y como tíene que darse una mala noticia, claro y sencillo, con el gesto muerto.
La felicidad era total para él. Tenía un trabajo estable y era valorado por sus superiores. Tenía una novia hermosa que demostraba que lo quería a miles. Padres que gozaban de buena salud y hermanos que lo extrañaban cuando no estaba.
De pronto tenía que pararse frente aquel rostro extraño y evitar los pensamientos piadosos, solo dar el mensaje, voltear y seguir con sus ocupaciones. Teniendolo frente él no era facil, saber que la felicidad de una persona depende de unas palabras resulta asqueroso. Entonces lo dijo. Estas despedido. Volteó y fingió seguir con su rutina en el escritorio.
El extraño salió. ¿Cómo ser feliz en este momento? se preguntó. ¿Quién está despedido?