En el purgatorio digo que estoy extraviado, que no sé que hago aquí y que estaba absolutamente seguro de que no existía tal lugar. Y aunque ya esté adentro, pediré permiso para salir y lanzarme al vacío. Como sé que no me dejarán, haré un recuento de mis pecados y me pedirán que escriba una lista para que la revise la autoridad competente.
Cuando levanto la mirada el rostro frente a mi esta cubierto por nubes y como es de suponer, rechazo el lápiz y el papel pero me obligan a escribir. Pregunto por dios, no hay respuesta, pregunto por San Pedro y el silencio es absoluto, todo es blanco.
En el purgatorio, donde estoy, reniego, nadie me presta atención y tengo un estúpido papel en blanco y un lápiz con punta fina. Intento escribir pero no se me ocurre nada, ¿fui un hombre bueno? ¿malo? creo que fui mas malo que bueno, pero en general, estoy seguro que hice y quise hacer muchas cosas que se juzgarían por malas.
Cuando el papel desaparece me levanto y camino hacia una puerta de barrotes dorados, alguien está detrás de mi y me expulsa, no esperaba menos, ahora divago en el limbo de mis pesadillas, cautivado por el realismo de las imágenes y las personas se suceden una tras otra, en cada momento de mi vida, acusándome de lo infelices que fueron cuando estuve cerca de ellas. Es lo justo.
Esto no terminará nunca y aunque no es una gran tortura de vez en cunado salen lágrimas de autentico dolor.