Todo el que me conoce sabe que soy rockero, tal vez en otra vida fui una estrella de rock o reencarnaré en una o esta sea mi última oportunidad y pierdo el tiempo escribiendo, pero algo me pasa con la cumbia o chicha como algunos la llaman, siento algo con esas guitarras lloronas y simples, algo que no siento con el rock, como si esa tristeza fuera mía, es increíble.
Algo tendrá que ver que nací y viví por 6 años en la victoria, precisamente en la parada, cerca al cruce de nicolás ayllón y veintiocho de julio. El olor a verdura podrida es un aroma difícil de olvidar, como los borrachos, entre ellos mi padre y mi abuelo (mi papito), con sus terribles cortes en los brazos y torsos quemados por el sol.
Chacalón, el Grupo Guinda, Los Destellos, Celeste tienen canciones que están grabadas en mi mente, la letra la sé, nosé como pero las sé. De modo que así forma parte de mi y con raíces tan profundas como la niñez.