¿Se habrá dado cuenta que la deseo? ¿Habrá pensado en algún momento que las miradas casuales que le doy son una quimera pues escondo pensamientos lujuriosos con su cuerpo? ¿Sabrá que cada vez que la veo en el mercado muero por quedarme horas contemplando su cuerpo liso, blanco y serpenteante? ¿Habrá notado, al mirarme, que mis ojos esconden un desorden exitante provocado por el vaivén de sus caderas? ¿Pensará acaso que la diferencia de edades no limita mis lascivos erotismos y que no interesa qué realidad exista en nuestras vidas pues la satisfacción carnal es suficiente para ser feliz?
Cuando cruzamos miradas puedo saber que notas algo raro en mi. Estoy seguro que frente a ti mis ojos no pueden esconder el deseo. Dices hola, digo hola y al fin sé tu nombre y lo raro es que no escapas sino que de seguro complaces al tiempo que me detiene cada tarde en un pobre mercado lleno de barro. Va bien...
El camino se hace al caminar...