martes, 30 de octubre de 2018

Puede que te equivoques...

No he encontrado a alguien que se parezca a ti. ni un ápice, que sea capaz de moverme el mundo como lo hiciste tu, alguien capaz de crear las dudas mas grandes que hayan existido, alguien que me haga caminar en lo oscuro con placer, que tome mis manos y sea capaz de electrizarme por completo, alguien que con solo mirarme haga sumergir mi mente absorta en un vaivén de recuerdos inefables.

¿Qué será? Acaso tus ojos inmensos y profundos, incomparables e inconmensurables; con los que viste algo que nadie mas ha logrado ver, te confieso que cada vez que estuve frente a ti siempre tuve la sensación de que eramos el uno para el otro, que éramos como Rachel y Ross, como Mary y Freddie, o tal vez como Jhon y Yoko. Sin embargo todo se acabó de pronto.

Por años busqué a alguien como tu, y hoy aún, a veces intento forzar el parecido con esa sonrisa enorme y con esa voz nítida y afilada, pero resulta inútil, en el presente no hay un atisbo de ti, a pesar de todo.

Siempre que cantábamos y me mirabas con desdén por mis agudos forzados, tus ojos tenían ese brillo condescendiente del amor. Pero a pesar de todo siempre halagaste mi registro, mi tono y la tesitura ¿? lo siento pero el cigarro hizo estragos en mi garganta y lo sigue haciendo pues vuelvo a fumar sin remedio cada vez que se me antoja.

Tal vez sean detalles los que hacen a una persona diferente, tal vez nunca encuentre a alguien que se parezca a ti, tal vez ni siquiera deba buscar pues resulta contradictorio en mi situación, lo cierto es que, ahora que conversamos después de tantos años, todavía existe ese recuerdo de la chica que envolvió mi mundo para convertirse en el centro de todo. Todavía puedo tirar piedras al mar y sentir que me observas con una ternura que nadie tiene.


Los caminos que recorrimos juntos nadie podrá borrarlos, y aunque se cubran de polvo siempre serán victimas del viento que transporta los sentimientos hasta lugares increíbles y hasta corazones imposibles, pasando por miles de obstáculos, montañas, venciendo costumbres absurdas, y mirando paisajes vanguardistas.  

Mientras seguía besándote tus labios eran mas dulces y el salado del mar se acabó, cubrí tus ojos de sombra, nadie tenía por que dañarlos, menos el sol que ya quemaba nuestros rostros. El tiempo fue justo y nos regalo ese pedazo de su vida para los dos, solo para nosotros, además nos regala un testigo, el mas grande de todos, el mar.