domingo, 11 de diciembre de 2011

Anonadado...

Ser padre es realmente dificil, nunca sabes que hacer frente a situaciones complicadas. Peor aún si esta situación dificil proviene de una niña de cinco años, pues a esa edad las palabras son delicadas, algunas se quedan grabadas para siempre y otras se olvidan con el tiempo, lo cruel es que nunca se sabe cuales quedan y cuales se borran. Extremadamente peor si eres padre primerizo, inmaduro y voluble.

Lucía me ha dejado perplejo. Ahora está dormida y ni se imagina que las palabras que me dijo se quedarán grabadas para siempre en mi. Seguro soñará con un mundo de colores psicodélicos y personajes increibles pero a mi me hizo aterrizar y horrorizarme por lo que me espera en esta dificil tarea de padre.

Hoy ha sido el festidanza del su colegio, bailó según lo aprendido pero auguro que será como yo, torpe para el baile, creo que ese no es su talento aunque para Jessika, mi suegra, mis cuñados y todos los demás, ella haya bailado como Beyoncé.

Después del baile, Lucía jugó toda la tarde con sus amiguitos: Darled, Zahir, Cielo y Fabián. Correteaban y se escondían tras los árboles, se toquetaban y sonreían a todo dar. Cuidadosamente observaba a mi hija y me reía cuando ella se reia, me asustaba cuando tropezaba y volteaba la mirada cuando me veía. Parecía un espía oculto entre la muchedumbre.

Acabó el día y como de costumbre (casi ya una tradición) preparé la leche y acomodé todo para que Lucía se duerma. Ya recostada, me acerqué con mi celular para escuchar y cantar juntos la canción de las princesas de Disney. Cuando terminó la canción, Lucía me dijo: (escribiré el diálogo completo)

Lucía: -Papito, te quiero mucho-
Yo respondí: -yo también mi amor-
Siguió un silencio de unos diez segundos
Lucía continuó:- Papi, creo que me estoy enamorando-
Silenció de cinco segundos
Yo: -así hijita, ¿de quién?-
Lucía: -De Zahir-
Yo: ¿Y qué es lo que sientes?
Lucía: Siento que me gusta mucho.
Yo: ¿El es bueno?
Lucía: Si, siempre jugamos juntos y es bueno.
Yo: Que bien mi amor, ahora a descanzar.

El diálogo duró cerca de dos minutos y yo tenía el corazón en la mano, no sé que sentir, es increible lo que puede pensar una niña de cinco años, solo espero que esas confesiones sigan cuando sea mas grande. Por lo pronto ya sé a quién regalarle un caramelito de cianuro o un pasaje de ida para Irak.