Hace unos días fue el concierto de Paul McCartney, por el cual esperé varios años pensando en algún día ver a un Beatle vivo y en concierto. No podía faltar. Arriesgué muchas cosas, mi tranquilidad familiar, mi economía que no es ostentosa y mi frustración por no encontrar lo que esperaba.
Hoy tengo la garganta rota, la espalda con un dolor incesante y el cuello tullido. Soporte siete horas de pie frente al Miraflores Park Hotel para ver por unos segundos y tener la oportunidad de acercarme a mi ídolo. Grabé esos instantes y estoy seguro de que nunca olvidaré ese momento.
Fui al estadio Monumental desde miraflores a Ate y esperé en la cola más larga que he vivido. La tensión aumentaba porque había una prohibición de llevar cámaras sin embargo pasé la mia sin problemas. Esperé de pie desde las cinco de la tarde hasta las nueve y treinta que empezó el concierto. Adolorido por fin pude ver a Paul McCartney sobre un escenario y constatar que es un profesional, que no descanzó mas que para decir "¿cómo estan perruanos? me volví loco con esa frase. Con las canciones se me fue el dolor y disfruté del concierto de mi vida. Cada canción fue un va y ven de emociones encontradas.
Lloré cuando salió al escenario, lloré cuando cantó All my Loving, volví a llorar cuando dejó el bajo y cogió la guitarra, lloré cuando cantó las canciones de los Beatles, porque antes de ser fan de Macca soy Beatlemaniaco, pero especialmente lloré cuando cantó Here Today y John salió en la pantalla gigante, era como si estuviera ahi, escuchando a Paul, conmigo.
Lloré de camino a casa y pude dormir tranquilo, con un sueño realizado y con el cuerpo relajado.
Gracias Paul.
Son momentos mios que no creo que sea capaz de transmitir a través de este blog. De todos modos tengo la certeza de que hay 50 mil peruanos que me entienden y que comparten esta especie de adicción por la buena música y ahora no me siento tan solo como antes. Gracias que, aunque tengo el cuerpo molido, todavía sigo soñando.