Hace unos días me quitaron la medicación. Fue un alivio. Las medicinas que me inyectaban debilitaban mi cuerpo pero no actuaban en mi mente. Quería correr y no podía, quería gritar y en vez de voz salían balbuceos sordos. Me resigné a mi cuerpo viejo y aletargado pero hoy acabó el sufrimiento. Mi mente y mi cuerpo son uno y quiero salir de esto. Quiero encontrar nuevos caminos, sin licor, sin rencor y sin temor. Diré lo que siento, a mis hijos, a mi esposa, y a todos los que quieran escucharme. No me debe interear que me crean, solo debo actuar. Estoy seguro que mis hijos no me creen del todo, pero demostraré que si puedo dejar de tomar licor.
No estoy curado. Pero tengo una convicción, me alejaré de las tentaciones. Escuché eso a un hombre una tarde. Lo peor son las tentaciones porque somos débiles, como Adán, como Caín y como todos los hombres y mujeres que se dejan llevar por lo que mas les atrae o les conviene. Evitaré regresar a los lugares donde se que encontraré licor, si una cosa es segura es que no soy fuerte aun para rechazar el licor.