Madame Memé
Los cuatro niños sentados en el sillón polvoriento, tenían la mirada atónita, impresionados por la crueldad de aquella mujer que dominaba sus vidas. La mirada de Madame Memé era fría, vacía y seca. Sus manos eran duras, grasosas pero duras. Los golpes que asestaba con la derecha dejaban camino para la izquierda, las mejillas de los cuatro niños, rosadas como la carne tierna de un salmón, recibían estoicamente el vaivén de las manos de la bruja.
La figura de Madame Memé inspiraba temor, corpulenta como luchador libre pero lo que más temor generaba era el tic de su ojo derecho, saltaba como queriendose alejar del otro, más aun cuando estaba molesta, los cuatro niños habían notado ese defecto porque al golpearos ella los obligaba a mirarla de frente.
Madame Memé, ¿Por qué crias a esos niños? Le había preguntado la vecina Marina.
Ni ella lo sabía, se los habían dejado a cargo cuando apenas podían caminar. Los cuatro niños tenían la misma edad. Madame Memé era viuda, desde el día en que se casó fue viuda. Siempre necesitó al hombre que la eligió por esposa. Esa época fue feliz.
La vida de Madame Memé se resumía en cocinar y cuidar a los niños, tenía una pensión de viudez vitalicia y eso le bastaba para alimentar cuatro vocas mas la suya. A pesar de los golpes que les propinaba a los niños, había amor, un inmenso amor que no era capaz de mostrar. Los golpes iban y venian, los motivos sobraban: un vaso roto, un cuchara doblada, un piso sucio.
¡Ahí viene la bruja! Gritó Rodrigo. Acabó la algarabía y el festín de dulces, corriendo sentáronse sobre le viejo sillón. Ningún movimiento les estaba permitido, en su presencia, los niños debían guardar la compostura, nada de saltar sobre la cama o cantar una canción, mucho menos jugar a las escondidas o a las chapadas.
Sus intentos de huida eran incontables, simpre utilizando la misma estrategia, no concebían otra y nunca supieron porque no funcionaba. Además, Madame Memé, no les permitía contacto verbal con persona alguna.
En un nuevo intento de exención, dejaron caer por la ventana de la casa un papel con las frases que ya sabían de memoria:
"Ayudennos, estamos atrapados y queremos ser libres, nos maltratan todos los días y nos alimentan solo con sopa. Quien encuentre este papel, entréguelo a una persona buena que nos pueda cuidar con amor" Firma: los cuatro niños".
Cuando alguien encontraba el papel, lo leía y buscaba a la persona más bondadosa del pueblo, Madame Memé. Ella recibía el papel y pensaba en los pobres niños que pedían ayuda, se preguntaba donde estarían aquellos pobres niños que necesitan su ayuda.
El círculo se repitió hasta la muerte. ¿Muerte de quién?
Los cuatro niños, Madame Memé se fue al mercado...