lunes, 20 de junio de 2011

Post - llantum

Estos últimos días han sido devastadores en mi vida. Nunca había sentido tanta presión, tanto odio, tanta injusticia. Pude darme cuenta de lo cruel que es la realidad con algunas personas e incluso conmigo. He tenido mi corazón en la mano por tres días, he soportado estoicamente el sufrimiento de mi hija y la impotencia de no poder hacerlo mio. Estuve angustiado frente a la ignorancia de su estado esperando solo y triste en una fría sala de la clínica. Renegué frente a una inerte imagen de dios muerto en la cruz y confirmé que no existe la justicia de dios de la que tanto hablan. No pude solucionar nada con pensamientos lascivos y ahora que ya Lucía está más tranquila, puedo apenas, escribir y descargar en palabras lo que sentí durante este periodo destructivo y ausente de mi propia vida.

Lo que leen no es mas que los rezagos de aquella desesperación que me atormentó de jueves a domingo. Hoy lunes entiendo que nadie podrá comprender lo que sentí, aun asi desmenuce este texto inutil. Recién hoy que tengo ganas y fuerzas para escribir puedo decir que todo en mi, lo alivió el llanto solitario. Lágrimas que estaban cargadas con años de frustración salieron libres y acompañadas de sollozos llenos de impotencia. Lloré como un niño limpiándome las lágrimas con las manos sucias. Lloré como un padre que no puede solucionar el problema de su hijo. Con tantas lágrimas que he soltado no creo que me queden más. Ha sido suficiente y aunque lo más dificil ya pasó y salió bien, ahora solo me queda entregar estos sesenta días todo el amor que puedo extraer de mi.